Seychelles en familia: un paraíso insular también para los más pequeños

Seychelles es mucho más que un destino de luna de miel: este archipiélago del océano Índico, conocido por sus playas de arena blanca, aguas cristalinas y naturaleza exuberante, se perfila cada vez más como un lugar ideal para viajar en familia, una oportunidad para educar en valores como el respeto por la naturaleza, la diversidad cultural y la sostenibilidad.

La experiencia se completa cuando se vive a través de alojamientos con alma local como los que forman parte de Seychelles Authentic Hotels Collection. Esta exclusiva colección reúne hoteles boutique, gestionados por familias seychellenses o emprendedores locales, que ofrecen una forma auténtica y personalizada de vivir el archipiélago.

Y lo mejor: están perfectamente adaptados para recibir a viajeros con niños, ofreciendo un trato cercano y entornos seguros y naturales. A continuación, los mejores planes para unas vacaciones sin pantallas y con los pies descalzos.

Mahé
En Mahé, sus playas tranquilas, como la de Beau Vallon, Anse Royale o Port Launay, son ideales para los más pequeños por sus aguas poco profundas y sin corrientes. En tierra firme, pueden recorrer el sendero Copolia, una caminata sencilla (1h ida) que atraviesa el bosque y culmina con vistas espectaculares.

Además, el Jardín Botánico de Victoria es una opción divertida, a la par que educativa, para descubrir más de 280 especies de plantas, ver murciélagos frugívoros y dar de comer a tortugas gigantes.
El hotel de la colección, Carana Beach, situado en el norte de la isla, es ideal para familias ya que cuenta con una pequeña cala protegida.

Silhouette
Montañosa y salvaje, en Silhouette el estrés no tiene cabida. Se estima que solo el 7 % de la isla está habitado, por lo que sentirse como Robinson Crusoe es realmente fácil. Todo empieza con la llegada en barco desde Mahé, que ya es una aventura en sí misma para los pequeños. Aquí, las familias pueden disfrutar de snorkel en aguas cristalinas, caminatas por la Reserva Natural Marina y talleres sobre biodiversidad en colaboración con los biólogos residentes.

Los niños podrán aprender a identificar especies endémicas, como el gecko de Silhouette, o participar en actividades organizadas por hoteles locales como La Belle Tortue, donde se ofrecen paseos en kayak entre tortugas y peces multicolor o pesca tradicional.

Praslin
Praslin alberga una de las joyas naturales del país: la Vallée de Mai, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esta reserva natural parece sacada de un cuento, con palmeras gigantes y el legendario coco de mer. Explorarla en familia es como adentrarse en un bosque encantado donde los niños pueden escuchar aves como el papagayo negro y buscar lagartijas camufladas entre las hojas.

Por otra parte, las playas poco profundas ?idóneas para niños? como la de Côte d’Or, o Anse Volbert son perfectas para jugar en el agua, construir castillos de arena y explorar la rica vida submarina haciendo snorkel. Y, naturalmente, la playa-bahía por excelencia, Anse Lazio, en el norte de Praslin, es de visita obligada y dejará sin palabras a pequeños y adultos.

Otra actividad muy apta para familias es una excursión a la isla vecina de La Digue, a menos de 15 minutos en ferry desde Praslin. En La Digue no hay coches particulares y uno se mueve en bici o andando. Los niños pueden dar a comer a las tortugas gigantes de Aldabra, y tampoco puede faltar una visita a la célebre playa Anse Source d’Argent. La poca profundidad del agua, protegida por el arrecife, invita al baño incluso a los más pequeños.
En Praslin, y ofreciendo un alojamiento family-friendly en una ubicación privilegiada, con piscinas excepcionales, una variada propuesta gastronómica y una atractiva oferta de deportes acuáticos no motorizados, el Hotel L’Archipel, Indian Ocean Lodge, Les Lauriers y Le Duc de Praslin son apuestas seguras.

Denis Island
Denis Island, una isla coralina privada a media hora de vuelo desde Mahé y vertebrada en torno a la sostenibilidad, es uno de los mejores lugares para practicar snorkel en su espectacular arrecife de coral y para ver tortugas gigantes en libertad. Los niños, que vivirán experiencias de aprendizaje activo, pueden caminar junto a ellas y conocer su historia gracias a los programas de conservación.

La isla no tiene coches, ni apenas cobertura móvil: ideal para desconectar (y reconectar) en familia. Además, los huéspedes pueden visitar la granja ecológica de la isla, donde los más pequeños recogen huevos, dan de comer a los animales o aprenden sobre agricultura sostenible.

Más información:  https://seyhotelscollection.com/  y https://tourism.gov.sc/