El Santo Sepulcro, punto de encuentro del Cristianismo
El Santo Sepulcro, punto de encuentro del Cristianismo
Reportajes Viajes 11 Abril 2020 4832 hits
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- Categoría: Reportajes Viajes
- Publicado el 11 Abril 2020
- Escrito por Andres Magai
El pasado 31 de Marzo de 2020 se cerró de forma extraordinaria la Basílica del Santo Sepulcro por culpa de la Pandemia del Covid-19, y en el momento de publicar este reportaje no hay fecha prevista para su reapertura. Desde el año 1349, cuando otra epidemia, la Peste Negra, obligó a los custodios cristianos a cerrar sus puertas, nunca había estado cerrado tanto tiempo.
La Iglesia del Santo Sepulcro también conocida como Basílica del Santo Sepulcro, Iglesia de la Resurrección o Iglesia de la Anástasis es un santuario religioso el cristianismo situado en la ciudad de Jerusalén. Esta se encuentra bajo la custodia de diversas confesiones cristianas entre ellas, católicos, armenios, coptos, sirios y griegos ortodoxos.
El lugar, llamado también Gólgota o Calvario, es el punto exacto donde —según los Evangelios— se produjo la Crucifixión, Sepultura y Resurrección de Cristo. Se halla dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la cual a su vez se ubica en la línea de confluencia entre la Jerusalén oriental o árabe y occidental o judía.
Para llegar a ella debemos de cruzar el bazar de la Ciudad Vieja, habremos recorrido antes las estrechas calles de un barrio repleto de vendedores, peregrinos y suvenires religiosos para sorprendernos finalmente en una amplia plaza con la fachada de esta iglesia reconstruida por los cruzados con la mitad de sus dimensiones originales.
Es considerado como uno de los lugares más sagrados del Cristianismo y ha sido un importante centro de peregrinación desde el siglo IV. Hoy día alberga la sede del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén y es la catedral del Patriarcado Latino de Jerusalén.
Según los evangelios, antes de la muerte de Jesús el sitio era una tumba ya habilitada como tal, pero no utilizada todavía. Se trataría de un hueco horadado en la roca, que podía taparse con una gran piedra destinada al efecto para que rodara o se deslizara hasta la abertura del nicho.
Una de las versiones sobre el primer anuncio de la Resurrección de Cristo, según los Evangelios, es el momento en que las mujeres que iban a ungir su cadáver con especias aromáticas —María Magdalena, María de Cleofás, madre de Santiago el Menor y Judas Tadeo, y Salomé, madre de Santiago y Juan— se encontraron con la piedra desplazada y el nicho expuesto y vacío.
La tumba estaría situada en un jardín próximo a la roca donde se produjo la Crucifixión, llamado originalmente Gólgota y luego Calvario. Ese lugar estaba muy próximo a la muralla herodiana de la ciudad de Jerusalén.
La destrucción de Jerusalén por los romanos, bajo el mando del General Tito Flavio Sabino Vespasiano trajo la ruina para el Templo de Jerusalén y otros lugares de culto cristianos.
En el año 326, el Emperador Constantino mandó construir la Basílica del Santo Sepulcro en el lugar prescrito por la tradición y en el cual Adriano allá por el año 135 había mandado construir un templo a la diosa romana Venus.
La emperatriz Elena tras escuchar el informe presentado por Macario, obispo de Jerusalén, sobre el lamentable estado en el que se encontraban los lugares descritos en los evangelios peregrino a Jerusalén decidida a mejorar personalmente la situación. Tenía también el propósito de localizar la cruz donde fue crucificado Jesús
Elena, tras fracasar en la búsqueda de la cruz, o parte de ella, inició la búsqueda del sepulcro. La tradición cuenta que al derruir el templo de Venus para aislar el Calvario e iniciar las nuevas edificaciones aparecieron también tres cruces, una de las cuales necesariamente habría de ser la Vera Cruz o auténtica cruz del martirio de Cristo.
En el año 638 llegó el califa Omar, apoyado por los judíos, y la bandera verde del Islam ondeó junto al lugar de la Resurrección. Incluso en la época de los cruzados, los cristianos eran sólo una minoría. Fue en el año 1009, por orden del califa Al Hakim, cuando se destruyó todo lo que quedaba de la Basílica construida por Constantino
A partir de la conquista de 1099, los cruzados trabajaron para reconstruir el santuario, pero 38 años después de la consagración de la Basílica, volvieron de nuevo los musulmanes, y esta vez de forma definitiva confiscando las llaves de entrada, y se establecieron impuestos para quien entrara a rezar. Desde 1187, en Jerusalén, sólo se podía escuchar la voz del muecín, que anunciaba que hay un único Dios, que Alá no tiene hijos y que Jesús es sólo su profeta, un precursor del auténtico y definitivo profeta, que no ha muerto en lacruz y que tampoco ha resucitado.
En 1342, el papa Clemente VI, aprobó que la custodia de los Lugares Santos se asignara a los Franciscanos, presentes en Tierra Santa desde 1335. Desde entonces, los frailes franciscanos ocupan la Capilla de la Aparición de Jesús resucitado a su Madre Allá por 1400 el archimandrita ruso Gretenio, cuenta que dentro de la basílica, se encuentran permanentemente un sacerdote griego, un georgiano, un franco – es decir, un fraile menor-, un armenio, un jacobita y un abisinio.
Fue un periodo de relativa calma: las diferentes Comunidades cristianas presentes en el Santo Sepulcro consiguieron celebrar juntas los ritos de la Semana Santa, incluida la procesión del Domingo de Palma.
En 1644 los georgianos, no pudiendo satisfacer el pago de las tasas, dejaron la basílica y, poco después, se fueron también los abisinios. Los franciscanos consiguieron adquirir los espacios abandonados por las otras comunidades. En 1719, tras las largas discusiones, los franciscanos comenzaron la restauración de la cúpula de la Anástasis. Con el temor de que los trabajos se paralizaran sin motivo, emplearon 500 trabajadores custodiados por 300 soldados.
Se rehízo la cúpula y el tímpano con las ventanas ciegas, pero se perdieron los mosaicos, demasiado dañados. Los armenios rehicieron la escalinata de la Capilla de Santa Elena y los griegos demolieron los pisos que amenazaban la ruina del campanario. El edículo fue restaurado en 1728.
Un decreto del Sultán, en 1757, atribuyó a los griegos la propiedad de la basílica de Belén, la Tumba de la Virgen y, en común con los latinos, algunas zonas de la basílica del Santo Sepulcro. Desde entonces no se han realizado grandes cambios en lo que se refiere a la propiedad de los Santos Lugares.
Después del gran terremoto de 1927, el arquitecto inglés Harrison dio la alarma sobre la peligrosa estabilidad de la basílica y la apuntaló con andamios de hierro y de madera. Las tres Comunidades se dedicaron a reparar los daños causados por el terremoto: los Griegos reconstruyeron la cúpula de los Catholicon, los Franciscanos repararon la capilla del Calvario y los Armenios, la de Santa Elena.
Si, por un lado, el siglo pasado fue para el Santo Sepulcro una sucesión de dificultades relacionadas con los sucesos políticos del país, por otro lado, fue el siglo que permitió mayores acuerdos comunes entre las Comunidades del Status Quo.
En 1959 tuvo lugar un cambio decisivo cuando las negociaciones entre los representantes de las tres comunidades Griego Ortodoxa, Latina y Armenia llegaron al acuerdo para el gran proyecto de restauración de la basílica. En 1960 iniciaron las obras y también fue la ocasión para verificar el estado del depósito arqueológico en las trincheras y las muestras útiles, que fue realizado por el padre franciscano y arqueólogo Virgilio Corbo.
La primera visita papal en toda la historia de los lugares santos tuvo lugar en enero de 1964, cuando Paolo VI rezó ante la Tumba vacía. Muchos años después, en ocasión del año jubileo del 2000, el papa Juan Pablo II la visitó dos veces en el mismo día, y nueve años más tarde la comunidad cristiana local pudo disfrutar de la visita del nuevo pontífice Benedicto XVI.
Más información en;
https://www.custodia.org/es/sanctuaries/santo-sepulcro
https://web.archive.org/web/20050825092736/http://www.christusrex.org/www1/jhs/TSspmenu_Es.html
http://allaboutjerusalem.com/article/church-holy-sepulcher
https://es.citiesbreak.com/#part-3