Ávila prepara el 500 aniversario de Teresa de Jesús
Ávila prepara el 500 aniversario de Teresa de Jesús
Reportajes Viajes 16 Abril 2013 6406 hits
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- Categoría: Reportajes Viajes
- Publicado el 16 Abril 2013
- Escrito por Enrique Sancho
Aunque aún faltan casi dos años para la celebración de los 500 aniversario del nacimiento de Teresa de Jesús, Ávila comienza a “calentar motores” de cara al que se prevé como el evento de la década. Cuando acaba de terminar la Semana Santa abulense, Fiesta de Interés Turístico Nacional que va a ser reconocida en breve como de Interés Internacional, las autoridades de la villa y buena parte de sus habitantes ponen la mirada en la que sin duda es su vecina más ilustre: Teresa de Cepeda y Ahumada, nacida el 28 de marzo de 1515, religiosa, escritora, fundadora de las Carmelitas Descalzas, doctora de la Iglesia Católica y una de las representantes del movimiento místico español, que reformó la Orden de las Carmelitas para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelitano.
Pero antes han vivido de una forma especial la Semana Santa, una de las más antiguas de España, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. No existe un escenario más adecuado para el recuerdo de la pasión de Cristo que Ávila. Su situación en lo alto de una colina dominado el valle Amblés, sus recias e intactas murallas con la vigía permanente de sus noventa torres, la preeminencia de sus iglesias y sus monasterios que la pregonan ciudad sacra, sus empedradas calles ascendentes y quebradas, el halo religioso de su historia y sus campanarios apuntando al cielo le dieron el merecido título de la “Jerusalén castellana”. Por eso, es Ávila buen marco para celebrar los misterios religiosos en el dramatismo de la Semana Santa, con su exigencia de austeridad y silencio. Así lo han entendido decenas de miles de personas, de la ciudad o venidos de fuera, que han vivido estos días con fervor, silencio y emoción, aunque también con alegría e íntima convivencia.
El ámbito de los templos románicos y góticos abulenses, las fachadas pétreas de las casas señoriales y las celosías de sus conventos hacen de Ávila lugar preferente para adentrarse en la contemplación renovadora de hechos lejanos y de actualidad perenne. Sus muchos otros méritos, además, la han hecho merecedora de ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero si Ávila es bella y señorial en cualquier momento, durante las celebraciones de Semana Santa se convierte en un milagro en el que tallas, cofrades, flores y cirios se funden con su estremecedora arquitectura.
De entre sus numerosos actos sobresale la procesión de Medinaceli que recorre el exterior de la muralla y la del Miserere, ambas del Martes Santo, cuando se entona este canto a lo largo del desfile nocturno en medio de un profundo silencio. El Jueves Santo tiene lugar la Procesión de los Pasos, que desde sus orígenes en el siglo XVI se ha celebrado de forma ininterrumpida. Asimismo es estremecedor participar junto a miles de fieles en el Vía Crucis de Penitencia que, el Viernes Santo de madrugada, recorre el recinto amurallado del casco antiguo de Ávila.
Pasado esplendor
Y aunque la Semana Santa ha pasado, el sentimiento religioso permanece en esta ciudad que contemplaron Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, pero también Pedro de Alcántara, Mosé de León, Nissim Ben Abraham o el Mancebo de Arévalo en esa convivencia de religiones que también la asemeja a Jerusalén. Ya se ha dado el visto bueno a la Comisión Conmemorativa del 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, cuya finalidad es preparar, programar, coordinar y aprobar las actividades que se desarrollarán con motivo de esta efeméride en el año 2015. El proyecto comprenderá un amplio programa cultural con proyección en Castilla y León y también en el exterior, debido a su carácter universal.
Al abrigo de la Sierra de Gredos y tras las murallas de esta capital castellano-leonesa se esconde un valioso conjunto de iglesias y palacios renacentistas, testigos del esplendor pasado de la urbe. Su condición de cuna de Santa Teresa de Jesús ha dejado en toda la ciudad, tanto dentro como fuera del recinto amurallado, un gran número de edificios religiosos vinculados a la vida de la mística, que coincide con el momento en que la manufactura lanar permitió el despegue económico de la urbe. Durante ese periodo de bonanza se construyeron en la ciudad numerosos edificios civiles y religiosos que aún perviven en su casco histórico.
Tal vez el mejor lugar para comenzar la visita a la Ávila de Teresa de Jesús sea el llamado humilladero de los Cuatro Postes fuera de la muralla, formado por cuatro columnas dóricas de cinco metros de altura construido en 1566 por Francisco de Arellano. Según la tradición fue aquí donde el tío de Teresa logró alcanzar a ella y su hermano Rodrigo tras su frustrado viaje a “tierra de moros” para encontrar el martirio y ganar el cielo. Ya parecía tener claro la santa sus intenciones con apenas diez años. Dicen que Teresa se quitó las sandalias y pronunció la frase: “De Ávila, ni el polvo”. Desde aquí se tienen unas preciosas vistas de la ciudad y sus murallas.
De regreso al interior, se descubre el símbolo de la urbe: la muralla que la bordea y que la convierte en uno de los recintos amurallados medievales mejor conservados de Europa. Sus dos kilómetros y medio de perímetro se encuentran jalonados por casi 2.500 almenas, casi un centenar de torres, seis puertas y tres portillos. La puerta de los Leales, una de las entradas principales a la ciudad antigua, desemboca directamente en la Catedral, templo con aspecto de fortaleza que fue erigido entre los siglos XII y XIV y cuyo ábside, denominado cimorro, está adosado a la muralla constituyendo el cubo defensivo más voluminoso del baluarte.
Visita imprescindible en el recorrido por la Ávila de Teresa es el Convento de Santa Teresa, construido en 1629 en el solar donde se encontraba la casa natal de la santa. El edificio, de portada barroca, alberga un importante conjunto de tallas realizadas por el escultor Gregorio Fernández, además de una capilla dedicada a la santa que destaca por su profusa ornamentación. En el interior existe un huerto en el que, según la tradición, jugó de niña la mística abulense. Bajo la iglesia del convento se halla el Museo de Santa Teresa, una cripta de 1.500 metros cuadrados en la que puede verse las etapas de su vida.
La ruta nos lleva ahora hasta el Monasterio de la Encarnación, el primer convento carmelita en Ávila. Fue aquí donde ingresó Santa Teresa en 1535, vivió durante más de 20 años y en donde llegó a ser priora en 1571. En el monasterio se conserva el locutorio que usó Santa Teresa durante el tiempo que fue priora. En él merece la pena detenerse en los lugares frecuentados por la escritora, como su celda o la capilla de la Transverberación.
Tras abandonar el Monasterio de la Encarnación, Santa Teresa se dirigió al Convento de San José, el primero que propiamente fundó y en el que ya instauró la reforma carmelita. Aquí vivió Santa Teresa entre 1562 y 1567. Su aspecto actual es posterior, ya que Felipe III fue quien construyó el nuevo templo. La vida cotidiana de la actual orden de las carmelitas transcurre con la misma austeridad y diligencia de aquella que comenzó Teresa de Ávila junto a cuatro novicias; como en aquellos años hoy la celda desnuda se integra a una ermita particular en un rincón del huerto.
Vale la pena acercarse a la iglesia de San Juan Bautista, de origen románico aunque profundamente trasformada en el siglo XVI. Aquí se encuentra la pila bautismal donde fue bautizada la santa el 7 de abril de 1515. Otro punto esencial de la ruta es la Plaza de Santa Teresa, centro neurálgico de Ávila y en la que puede verse dos de sus estatuas en el centro y en un lateral. Allí se reúnen turistas y lugareños, frente a la fachada de la Iglesia de San Pedro, para tomar algo en los soportales.
Lugares señoriales
Pero en Ávila hay mucho más, aquí se entremezclan rincones de aspecto medieval, como la plaza de los Dávila, con más de una docena de casas renacentistas de noble linaje, entre las que se pueden mencionar la mansión de los Velada, el palacio de los Valderrábano o el de Núñez Vela. Pero la construcción más sorprendente del entorno es el palacio de los Dávila. Se trata de una recia fortaleza formada en realidad por cuatro casas, la más antigua de ellas del siglo XIII. El conjunto destaca por sus almenas y por una famosa ventana de origen renacentista. Muy cerca se encuentra el Torreón de los Guzmanes, levantado en el siglo XVI y que actualmente alberga la Diputación Provincial.
Éstas son solo algunas de las más de cien casonas y residencias palaciegas que existieron en Ávila entre los siglos XVI y XVIII, hecho que queda reflejado en el nombre completo de la ciudad, denominada Ávila de los Caballeros. La plaza del Mercado Chico, lugar en el que se emplazaba el antiguo foro romano, es el centro de la ciudad. A ella dan las fachadas del Ayuntamiento y de la iglesia de San Juan, reconstruida en los siglos XV-XVI.
Otra edificación importante es la basílica de San Vicente, levantada en el siglo XII junto al lugar en que fueron martirizados tres santos en época de Diocleciano. Este templo está considerado el más bello ejemplo románico de la ciudad, si bien posee otros elementos arquitectónicos que fueron añadidos con posterioridad. El exterior del edificio se encuentra presidido por tres magníficos ábsides, la portada occidental, conocida también como el Pórtico de la Gloria de Ávila, y la fachada sur. Mientras, en el interior sobresalen las bóvedas y se puede admirar el sepulcro de los tres mártires, un importante monumento funerario protogótico atribuido al maestro Fruchel.
De nuevo fuera de las murallas, aunque muy próximo a la puerta de Los Leales, se sitúa el palacio de los Deanes. Originariamente, tal y como su propio nombre indica, esta monumental casa del siglo XVI fue construida para albergar a los sucesivos deanes (clérigos responsables de la administración del cabildo catedralicio) que tuvo Ávila a lo largo de su historia. Lo primero que llama la atención es su fachada renacentista, que presenta doble hilera de columnas, está decorada con escudos de estilo plateresco y coronada por pináculos barrocos. Estos elementos transmiten al conjunto un innegable aspecto señorial. En el interior, un edificio principal y varias dependencias se estructuran alrededor de un patio de dos galerías con arquerías góticas. Estas instalaciones albergan en la actualidad el Museo Provincial, que contiene interesantes secciones de arqueología, etnografía y bellas artes. El museo cuenta, además, con un edificio anejo, la antigua iglesia de Santo Tomé el Viejo (siglo XII).
Tradicional residencia estival de los monarcas españoles, el monasterio de Santo Tomás fue concluido en 1493 en estilo gótico isabelino durante el reinado de los Reyes Católicos. El conjunto se encuentra presidido por una monumental iglesia de una sola nave cubierta por bóvedas de crucería y varias capillas laterales. En el centro del crucero se encuentra el bello sepulcro del Infante don Juan, hijo de los Reyes, esculpido en mármol por Domenico Fancelli. Destaca, asimismo, un magnífico retablo realizado por Berruguete y el coro elevado. La zona conventual se ordena en torno a tres claustros –del Noviciado, del Silencio y de los Reyes- con rica ornamentación. Mientras, las antiguas dependencias reales acogen el Museo Oriental, que exhibe una interesante colección de obras procedentes del Extremo Oriente.
Para reponer fuerzas
Sin duda, tantas visitas han abierto el apetito, pero no hay que preocuparse, estamos en uno de los mejores lugares para saciarlo. En cualquiera de los restaurantes de la capital abulense es posible descubrir la excelente gastronomía de la zona. Sobresalen los excelentes asados de tostón, cochinillo y cordero, además del famoso chuletón de ternera de Ávila.
El ganado vacuno que produce la denominada "Carne de Ávila" procede única y exclusivamente de la raza Avileña-Negra Ibérica, criada mayoritariamente en las dehesas de Castilla y León y Extremadura. Se trata de animales de color negro uniforme, aunque admite degradaciones de tonalidad, que destacan por su rusticidad, fecundidad y longevidad, además de una gran facilidad para caminar, cualidad fundamental para los desplazamientos trashumantes y para la búsqueda de alimentación. Por lo general la carne presenta un color que va de los tonos rosados a los rojos más intensos, consistencia firme, ligera humedad y fina textura; una carne perfecta para preparar deliciosos filetes o suculentos chuletones.
No hay que olvidar tampoco otros contundentes platos como las judías de Barco de Ávila, blancas o rojas, las carillas, variedad de judías típicas de la zona, o los garbanzos de la Moraña. Platos como el cocido moragueño hecho con hortalizas y legumbres, repollo al ajo arriero, pimientos rellenos o las populares patatas ‘revolconas’, cocidas y machacadas, y aderezadas con pimentón y torreznillos. Tampoco podemos dejar de probar sus productos de matanza: el lomo, los chorizos de olla y las sabrosísimas morcillas. Si se quiere acompañar alguno de estos platos con un vino de la tierra, nada mejor que los vinos de Cebreros y el Tiemblo. Una buena forma de probar las especialidades abulenses es recorrer los mesones y bares de la ciudad y degustar las populares tapas, entre las cuales las patatas revolconas tienen un lugar de preferencia, así como el delicioso cochifrito o cuchifrito, realizado con carne y especias.
En cuanto a la repostería hay una variedad de dulces típicos como las yemas de Santa Teresa, torrijas, amarguillos, huesitos, empiñonados, natillas, o tartas. Tanto el chuletón como las yemas tienen Denominación de Origen.
Más información:
www.juntasemanasanta-avila.com