Costa Rica, Pura Vida

Nada más bajar del avión, aún en el aeropuerto, percibes algo nuevo en el ambiente, la calma, la tranquilidad se respiran y tu ritmo cardíaco empieza a descender. Todos te reciben con una sonrisa y la primera expresión que aprendes y que escucharás a lo largo de tu estancia es “PURA VIDA”, en principio son sólo dos palabras, que luego se llenan de contenido.

Entienden que el turismo es una de sus principales fuentes de ingresos, pero no a cualquier precio. Los grandes complejos hoteleros, las grandes avenidas, las autopistas y los inmensos centros comerciales aquí no tienen cabida. Su objetivo principal es el conservacionismo.

Es un valor que inculcan desde pequeños y tienen perfectamente integrado en su forma de vida. El volumen de ocupación hotelera es limitado, las vías de comunicación terrestre no están muy desarrolladas lo que ralentiza los desplazamientos y evita grandes concentraciones de vehículos, en todos los hoteles racionalizan el consumo de jabón, la limpieza de toallas y ropas de cama y el consumo de agua. Tienen muy claro que los recursos naturales están ahí pero no son infinitos ni pueden recuperarse tan rápidamente de nuestro impacto por lo tanto si quieren mantener esta riqueza para otras generaciones y seguir viviendo de ella tienen que cuidarlo de manera exquisita. Costa Rica es uno de los países más seguros de Centro América el índice de delincuencia es muy bajo lo que propicia un ambiente tranquilo para el desarrollo del turismo.

El tiempo transcurre de manera diferente, no hay prisa, lo cual no quiere decir que no se trabaje pero te puede ocurrir en una tienda que el comerciante comience a hablar contigo de  su vida y acabas en el huerto que se está construyendo para recuperar especies de la zona… mientras abandona su negocio, que sigue funcionando a su ritmo, para enseñarte sus maravillosas orquídeas y tú te preguntas: “¿hay un interés oculto en  este paisano que deja su negocio sin atender, para enseñarte lo que con tanto mimo e ilusión está creando?”… pues ningún interés, el mero hecho de disfrutar con tu compañía y compartir contigo su amor por su país y por su naturaleza pero eso en nuestra mentalidad pragmática, consumista no cabe.

Costa Rica, bañada por las aguas del Pacífico y a tan sólo unos 300 km de distancia por las aguas del Caribe, posee una multitud de microclimas y en un mismo día puedes pasar de la humedad de la costa a la zona más seca central de los volcanes y de nuevo a los bosques húmedos tropicales y de ahí playas espectaculares bañadas por el sol.

A continuación vamos a desarrollar una propuesta combinando algunas de estas zonas:

I. La Costa Este, Tortuguero:

Hasta el Parque Natural de Tortuguero sólo se puede llegar por medio de avioneta o a través de sus canales. La llanura de Tortuguero se caracteriza por su intrincada red de canales, ríos y lagos que se comunican con el mar.

Debido al clima de bosque lluvioso tropical, pasaremos a lo largo del día de la lluvia torrencial a un día de sol sofocante y de nuevo, en pocos minutos, a la lluvia.

Su exuberante vegetación la hacen ser llamada la Pequeña Amazonía de Costa Rica. Es el hábitat de multitud de especies de animales. Así, deslizándonos despacio por sus aguas podremos observar, gracias a los expertos ojos de los guías locales, a multitud de aves como garzas, tucanes o cormoranes secando sus alas después de la tormenta.

A las tres especies de monos que bien temprano os despertarán con sus chillidos: los aulladores, los carablanca y el mono araña.

Habitan seis especies de felinos, jaguar, puma, manigordo, caucel, yaguarundí y tigrillo. Y entre los troncos y las raíces de los árboles apenas asoman sus profundos ojos los caimanes.

En Tortuguero podemos vivir una experiencia única: el desove de las tortugas marinas en sus costas. Desde marzo a junio, la tortuga baula, y de julio a octubre, las tortugas verdes, han elegido estas costas para venir a desovar y así las playas se han convertido en una zona protegida para mantener la población de tortugas que han estado amenazadas de extinción por la enorme explotación de las costas Caribeñas y Atlánticas.

II. El interior, La Fortuna de San Carlos

De allí podemos desplazarnos hacia el interior, hacia La Fortuna de San Carlos, en un entorno completamente diferente que nos permite visitar un volcán activo y disfrutar de sus aguas termales provenientes de su actividad geotérmica.

Se trata del Volcán del Arenal, con una altitud de 1670 m, se creía extinguido hasta que erupcionó en 1968 y desde entonces permanece activo y en muchas ocasiones puede observarse como expulsa humo, ceniza e incluso lava.

El Parque Nacional del Arenal te permite visitar los restos de la última erupción de 1992, comienza el recorrido por un bosque lluvioso al que nos adentramos a través de su frondosa vegetación, nos lleva poco a poco hasta el campo de lava solidificada, al punto más cercano donde está permitida la aproximación por motivos de seguridad. Desde ahí podemos contemplar la fuerza de la erupción que arrasó la abundante vegetación y dejó el paisaje sembrado de bloques de piedra volcánica, cenizas y areniscas prácticamente estériles.

Para completar la experiencia del contacto con el volcán y la fuerza de su naturaleza interior no debemos dejar de visitar sus baños termales (hot spring) del Tabacón o de Baldí, los más antiguos complejos termales, incluso es aún más excitante de noche puesto que las luces tenues y el vapor del agua envuelven el ambiente con un halo misterioso.

A tan solo 6 km. del pueblo de la Fortuna se encuentra la cascada con el mismo nombre, Fortuna waterfall. El agua cae desde 70 m de altura a una piscina natural de agua verde azulada en la que podemos sumergirnos y disfrutar de sus refrescantes aguas y del paraje incomparable. La cascada se encuentra rodeada de una impresionante cueva tapiada de vegetación y de un conglomerado de rocas arrojadas por antiguos volcanes.

III. El Bosque Nuboso

Una última propuesta de las infinitas que se pueden realizar es una visita al Bosque Nuboso, en este caso en el Parque Natural de Monteverde y Santa Elena:

Si hasta ahora hemos hablado de selvas, bosques y exuberante vegetación, aquí se manifiesta en grado sumo, el bosque nuboso es un ecosistema en constante renovación, las plantas luchan por llegar a la luz, por hacerse un hueco y poder captar los rayos del sol que se filtran entre las copas de los árboles más altos, así es una carrera constante por crecer y reproducirse. Todo lo que cae al suelo vuelve a brotar de nuevo incluso si se queda a media altura en algún árbol brotará también formando parte de su pequeño ecosistema.

La humedad es constante, las nubes cargadas de agua, provenientes tanto de la costa este como de la oeste, atraviesan el bosque varias veces al día. Comienzas a escuchar el agua caer como una tormenta lejana pero no es así, lo que ocurre es que las primeras capas de árboles retienen la humedad y después de unos minutos de oír llover es cuando comienza a caer al suelo.

Es un círculo de vida donde nada se desperdicia, todo brota de nuevo y se establecen unas complejas relaciones de dependencia entre las distintas especies vegetales y los árboles aparecen recubiertos de orquídeas (el sitio donde se dan el mayor número de orquídeas del mundo), bromelias, helechos, enredaderas y musgos que hacen más tupido y frondoso el bosque, si cabe.

Por supuesto toda esta riqueza vegetal contiene una gran biodiversidad de animales. Se han registrado más de 100 especies de mamíferos, 400 especies de aves, 120 especies de anfibios y reptiles entre ellos la rana verde, uno de los símbolos de Costa Rica, así como decenas de miles de especies de insectos. Esta impresionante vida puedes disfrutarla acompañada de los guías naturalistas de la reserva que te ayudarán a descubrir toda clase de animales y plantas aparentemente escondidos pero sin embargo muy próximos.

En Monteverde se pueden visitar además un impresionante mariposario con entre 40 y 50 especies, se pueden ver en todas sus fases y muchas de ellas de tamaño considerable, como la increíble mariposa Azul Morfo con ese color metálico tan intenso. El serpentario, el jardín de las orquídeas y el observatorio de colibrís, todos ellos un placer para la vista y para los amantes de la naturaleza y la fotografía que pondrá a su alcance especímenes espectaculares para ser capturados por sus cámaras.

La visita al bosque nuboso puede repetirse de noche, siempre acompañado de un guía que te mostrará los secretos que esconde el bosque nocturno con su intensa vida.

Costa Rica nunca te dejará indiferente. Es una vivencia que te marca para siempre. Pura vida.

Más información. www.visitcentroamerica.com