El África amiga, por las tierras de Guinea Ecuatorial.
El África amiga, por las tierras de Guinea Ecuatorial.
Reportajes Viajes 14 Febrero 2020 4739 hits
- Detalles
- Categoría: Reportajes Viajes
- Publicado el 14 Febrero 2020
- Escrito por Andres Magai
Siempre hay algún viaje que por sus características, por el destino o por causas especiales nos marca unos más que otros. Pues bien hace ya unos años participe en una Expedición a Guinea Ecuatorial organizada por el fabricante riojano de zapatos Hergar, S.A., en la llamada Expedición Gorila.
Siempre que hablamos de África nos vienen a la mente imágenes míticas de la selva, la sabana, o el desierto. Este continente es sinónimo de aventura, de viajes épicos, de encuentros con la naturaleza en su estado más puro, y con sus maravillosas gentes.
Hay en África un destino, un país que por ser cercano sin embargo es un gran desconocido para el viajero habitual, me refiero a Guinea Ecuatorial, Un pequeño gran país donde a los españoles nos reciben con los brazos abiertos y además nos hablan en Español, es nuestra África amiga.
Para viajar a Guinea Ecuatorial, se nos pide un visado de entrada que se puede gestionar en su embajada de Madrid.
Ya teníamos claro a donde ir, con quien ir, y que hacer. Así que para llevar a cabo nuestra expedición viajera, organizamos, y valga la repetición, una autentica expedición al estilo de los grandes epopeyas del siglo XIX, con más de 20 porteadores y 4 guías, un naturalista especializado en la fauna y flora de la zona. Toda una infraestructura para conocer la selva y poder aprovechar al máximo nuestra estancia.
Llegar a Guinea es relativamente fácil, hay vuelos directos desde Madrid a Malabo, la capital del país, y desde alli en otro vuelo se llega a la ciudad de Bata, la segunda más importante del país, y podría considerarse como la capital continental. No hay que olvidar que Guinea esta dividida en dos partes por un lado la Isla de Bioko, donde se encuentra la capital y la ya mencionada parte continental.
A Bata llegamos de noche, después de realizar escala en Malabo, donde tuvimos que cambiar de avión, de realizar las oportunas gestiones aduaneras, explicando el motivo de la visita, a donde vamos y quienes somos. Es importante indicar que debido al poco número de turistas, llama mucho la atención que alguien quiera visitar el país. Sin embargo con todos los visados en regla, pasamos por los controles sin más contratiempos.
Una de las cosas que más llama la atención de nuestra estancia en Guinea ha sido la gente. Nosotros ya estamos bastante acostumbrados a viajar por estas tierras de Dios, hemos hecho bastantes kilómetros por las tierras africanas, pero la sensación que hemos sentido en este país ha sido realmente única. Lo más importante de todo, la gente, esa gente amable y amigable que se desvive por ayudarte y darte las facilidades necesarias para que nuestra estancia fuera lo mejor posible. Y todo con un detalle muy importante, aquí se habla español, además es un español en estado puro, en algunos lugares incluso podríamos decir que se hablaba el castellano antiguo.
Realmente es una sensación muy curiosa encontrarte en el centro de África, en pleno Ecuador y poderte comunicar en tu propio idioma. Este es otro factor que hace que el viaje sea especial.
Durante la primera mañana pudimos visitar un poco la ciudad de Bata, tambien considerada como la capital continental. Esta es una ciudad típicamente africana, con sus casa bajas, su tráfico caótico, su fascinante mercado, y sus puntos de interés. Una vez terminado con todos los tramites necesarios y después de hacer la compra de la comida para toda la expedición, nos pusimos en marcha directamente hacia Monte Alen.
Fue a mediados de los años cincuenta, cuando comenzó a hablarse de la necesidad de crear un Parque Nacional en el corazón del territorio del Río Muñiz, para salvaguardar una zona intacta de selva tropical ante las crecientes amenazas de las compañías madereras internacionales, pero habrían de pasar aún cuatro décadas hasta que aquel lejano proyecto comenzara a convertirse en realidad, exactamente hasta el año 1992, cuando el Gobierno de la Republica de Guinea Ecuatorial, definió un área de reserva.
La posterior protección de toda la zona y su más acertada gestión, ha permitido la existencia actual del Parque Nacional de Monte Alen, en cuyos rincones encuentra refugio el 98% de las especies que pueblan el territorio continental de Guinea Ecuatorial, destacando entre ellos el Gorila de llanura, el Chimpancé, el Elefante de selva y el Leopardo.
Con la llegada de los primeros rayos de sol, y con la niebla cubriendo la selva comenzamos la primera jornada de selva, conocimos a los guías que nos acompañarían, así como a los porteadores que llevarían nuestras cosas. En total, entre guías, porteadores y expedicionarios formamos un curioso grupo de 29 personas.
Para llegar hasta los primeros linderos de la selva, donde las carreteras se convertían en pistas, las pistas en caminos y los caminos en senderos, tuvimos que viajar durante más de 3 horas en nuestros vehículos 4X4.
El encuentro con la selva siempre se ha definido como impactante, los coches te dejan al final de un camino que termina delante de un muro de vegetación, no hay mas camino, solo una gran pared verde. Alli nos preparamos para nuestra aventura, vamos a entrar en uno de los pocos reductos naturales que quedan, a zonas de bosque primario, donde la presencia del hombre ha sido realmente escasa, y en muchas zonas ni siquiera ha entrado.
Así que con la mochila al hombro, y formando una larga fila, con los guías por delante y los porteadores por detrás comenzaos a adéntranos en la selva, estamos en el Parque Nacional de Monte Alen.
Como indicábamos al principio todo este viaje ha sido un cúmulo de sensaciones, y ahora no iba a ser menos, lo primero que llama la atención fueron los olores, la selva primaria, esa en la que casi no llegan los rayos del sol al suelo huele a verdura, como un gigantesco mercado de frutas y verduras, después te comienzan a sorprender la vegetación en si, esos árboles de más de 30 metros de altura, las lianas colgando de los mismos, y lo primero que te viene a la mente son las fastuosas aventuras de Tarzan, y cuando parece que te vas acostumbrando comienza un nuevo sentido a ponerse en alerta, el oído.
La selva es un autentico muestrario de sonidos, de las aves, de todos los tamaños y colores, de los insectos, de los monos, que sabemos que hay muchos, vemos sus rastros, sus huellas, pero no les vemos a ellos, son huidizos y saben muy bien donde y como esconderse.
Después de casi toda la mañana de marcha llegamos a la ribera del río Laña, uno de los más caudalosos de Guinea, nos quedamos mirándolo y uno de nuestros guías nos dice que lo vamos a cruzar en un cayuco, ¿cayuco? nos preguntamos, pues bien hacia referencia a un tronco de madera, vaciado artesanalmente por las expertas manos de algún nativo y que podría ser considerado como un bote, eso sí utilizando al máximo nuestra mejor voluntad y nuestra imaginación.
Si montarse en cayuco es toda una experiencia, cruzar un río en el es algo inenarrable, y más si el río tiene casi 100 metros de ancho, la verdad es que es ya se tiene algo interesante para contar. La verdad es que la travesía debió de ser corta, unos 4 o 5 minutos, pero cuando estas de rodillas con las manos en el borde del cayuco y notas que las yemas de los dedos comienzan a mojarse, y vas viendo que el agua va subiendo dentro del bote, el tiempo se hace algo más largo.
Sin embargo es asombrosa la tranquilidad con la que los guías manejan estos botes, y con que tranquilidad operan sobre el río, con esa sensación de seguridad de que nada va a pasar. Al otro lado del río montamos nuestro campamento, sobre unas estructuras que hace ya unos años alguien construyo, para estar sobre el nivel del río. Aquí hicimos nuestra primera parada en la selva, a media tarde nos cayo una frugal tormenta tropical, 1 horita de lluvias torrenciales nos disuadieron de seguir y hacer parada hasta el dia siguiente.
La noche en la selva, durmiendo en tiendas de campaña es otra experiencia curiosa, acompasados de un increíble concierto de sonidos, los que pudimos dormimos, y otros sencillamente descansaron. Con las primeras luces de la mañana comenzamos a levantarnos y a preparar nuestra 2ª jornada de expedición en la selva, después de un buen desayuno comenzamos la marcha por la selva, por Monte Alen.
A pesar de la pequeña superficie del parque, unas 200.000 hectáreas, se han catalogado más de 150 especies de mamíferos, de los cuales hay 16 tipos de primates: 3800 gorilas, 1600 chimpancés, así como 2300 especies de pájaros, 65 de reptiles, 55 de anfibios y 65 especies que viven en medio acuático.
Nuestro destino es la explanada de Esamalan, justo en el centro del parque y a orillas del río Laña, El campamento de Esamalan fue en su dia una zona de trabajo de investigadores y biólogos españoles que utilizaron este lugar como punto de partida para la realización de sus investigaciones.
Aquí nos encontramos con unas estructuras de madera, que en su momento debieron ser pequeñas cabañas, además de 4 plataformas de madera, de unos 14 metros cuadrados y a una altura media de 1 metro del suelo donde se montaban las tiendas de campaña, para no estar en contacto directo con el suelo y así evitar a alguno de sus pequeños moradores.
Después de pasar un par de días de aventura por la selva volvimos nuestros pasos hacia zonas más civilizadas, volviendo a pernoctar en el Hotel de Monte Alen y disfrutar de una buena ducha con agua templada (no habia caliente) y una pastilla de jabón, todo un lujo después de nuestra estancia en la selva.
Después de la selva dirigimos nuestros pasos a conocer un poco de la costa Guineana, y nos fuimos al norte, casi en la frontera con Camerún, esta es una pequeña población costera que destaca por sus increíbles playas y sus manglares, donde habitan grandes reptiles.
A partir de aquí fuimos bajando por la costa visitando diferentes lugares como es el caso de Etumbe, hasta llegar a Asalayang en la desembocadura del río Muni desde donde nos dirigimos en lancha hasta la Isla de Corisco.
La isla de Corisco, frente a Gabon, es uno de los más increíbles lugares de África, con una extensión de 16 km2 tiene una pequeña aldea de pescadores. Esta isla de arena blanca dispone de unas increíbles playas con palmeras, que ya quisieran muchos de los destinos tropicales.
Aprovechamos nuestra estancia para realizar una serie de salidas al océano y encontrarnos con las ballenas jorobadas, pues en esta zona es donde se agrupan andes de realizar sus migraciones hacia el norte.
Despues de pasar unos dias disfrutando de la isla de Corisco volvimos al continente, con destino a Bata, desde donde regresamos a Espapña pensando que un día volveremos a Guinea ecuatorial, la África amiga.
Más información en: https://www.guineaecuatorialpress.com/turismo.php