Tanzania en globo, la otra perspectiva de la Sabana

Tanzania en globo, la otra perspectiva de la Sabana

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Tanzania en globoEl sol aparece de repente sobre el polvoriento horizonte de Tanzania, brillando desde primera hora de la mañana y dejando ver su rojo más intenso. Un grupo de jirafas despierta y emprende su camino hasta el río más cercano para beber y refrescarse. Mientras las cebras pastan en la sabana, una manada de elefantes pasea en fila sin rumbo y una familia de leones descansa a la sombra de un baobab (árbol sagrado) tras una intensa noche de caza. Tanzania tiene su propio ritmo y el tiempo es diferente a cualquier parte del mundo. Aquí las 00:00 h coinciden con el primer rayo de sol.

Cuando el alba roza su ocaso, los masáis agrupan a su ganado para pastorear, las mujeres se preparan para una dura jornada de trabajo y los más pequeños emprenden su largo camino hacia la escuela. Por delante les quedan muchos kilómetros hasta alcanzar el colegio y su rumbo, casi autómata, deja un sendero marcado por sus pequeños pies en la extensa sabana. Al paso de nuestros 4x4 se detienen entre una nube de polvo y nos dedican una amplia sonrisa acompañada de un efusivo movimiento de manos al grito de ¡Jambo! Nos dan la bienvenida a su casa.

Tanzania en globo

Así es Tanzania, un lugar en el que el ser humano y la naturaleza más salvaje conviven en una coexistencia diaria por la supervivencia. Un país de historia de esclavos y esclavistas que, año tras año, recibe la visita de miles de turistas para fotografiar sus tierras llenas de vida y naturaleza pura. Evidentemente, los safaris en Tanzania son su principal atractivo. Pero detenerse en un poblado masái y jugar con los niños, tomar un refresco en alguna ciudad mientras conversamos con el tendero, comprar productos propios en algún mercadillo o contemplar el atardecer bajo una acacia, nos ayudará a entender un poco más a los tanzanos y su ritmo vital.

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Es cierto que cada vez hay mucho más turismo en los principales parques nacionales de Tanzania y, en ocasiones, es posible verse en medio de un atasco de coches 4x4 con turistas fotografiando a una leona junto a sus cachorros. Pero la experiencia es única.

Así, el parque nacional del Serengueti o Maa Siringhet, en suajili, es el principal parque del país, y en esta llanura está la mayor concentración de animales del mundo. Dada su orografía es bastante fácil observar a los animales de cerca y fotografiarlos sin problema. En sus casi 15.000 kilómetros cuadrados conviven más de 1.300.000 ñus, 500.000 gacelas, 200.000 cebras,150.000 impalas, 80.000 búfalos, 13.000 jirafas, 1.200 elefantes y 3.000 leones; todos ellos pendientes de los cambios de estación para migrar hacia el Masai Mara o viceversa. La mejor época para visitarlo es de diciembre a mayo, donde cada año miles de ñus y otros animales realizan su espectacular migración desde el Masai Mara, en Kenia.

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A unos 150 kilómetros del Serengueti se halla el famoso cráter del Ngorongoro, una caldera volcánica y extinguida de unos 20 kilómetros de diámetro y a casi 2.300 metros de altitud donde dicen que cabría la ciudad de París. El paisaje es varia- do (sabana, lagos y selva tropical) y existe una gran variedad de fauna entre  la que destacan los rinocerontes, elefantes, leones, búfalos y leopardos, conocidos como los big five. Todos se encuentran aquí salvo las jirafas, que no pueden acceder debido a sus largas patas.

Guepardo

Mi primer contacto con África negra fue aquí, en Tanzania. Y lo hice de  una  manera  muy especial: en globo aerostático. El motivo fue la celebración del Kilimanjaro Ultramagic Experience –del 26 de agosto al 3 de septiembre-, una concentración a la que asistieron algunos de los mejores pilotos del mundo de este deporte que se propusieron cumplir uno de los mayores retos del momento: sobrevolar la montaña más alta de África, el Kilimanjaro. Pero antes hubo tiempo de conocer desde el aire otras zonas del país y descubrir sus gentes y lugares recónditos.

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Tras meses de intensos preparativos por parte de Ultramagic empresa española fabricante de globos aerostáticos y organizadora del evento  todos los globos y materiales se encontraban finalmente en Tanzania. Pilotos venidos de todo el mundo se reunieron en un campamento  cercano al lago Natron, ubicado en el Gran Valle del Rift, haciendo  frontera  con  Kenia. Se trata de 800 kilómetros cuadrados de superficie y aguas salobres teñidas de rojo; uno de los lagos más sorprendentes de la tierra en el que tan solo habitan los flamencos. Los masáis son los únicos capaces de extraer la escasa vida que contienen sus aguas. Junto a él se encuentra el estratovolcán Ol Doinyo Lengai, la ‘montaña de Dios’. Con un cráter en activo, este volcán expulsa la lava más fluida y fría del mundo que fluye negra en el día, arde con un rojo intenso en la noche y se torna blanca al entrar en contacto con el agua. Lo que a un experto montañero le cuesta subir y bajar esta montaña sagrada (unas diez horas aproximadamente), los masáis de la zona son capaces de hacerlo en casi la mitad de tiempo. Pero una vez en la cresta, el cansancio se olvida al embargarse con el paisaje.

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Cuentan los habitantes de Longido, un pequeño poblado masái próximo a la montaña de Dios, que en la zona habita un anciano (laibon) cuya única función es la de ser responsable religioso de su poblado. Se le atribuyen poderes adivinatorios  y utiliza plantas medicinales para curar enfermedades. Tal es así que durante el año decenas de personas de todo el continente recorren cien- tos de kilómetros para visitarle y buscar en su sabiduría la curación.

A unos pocos kilómetros de Longido se encontraba nuestro campamento base. Entre el paisaje árido de los alrededores del estratovolcán se levantaban las tiendas de campaña y carpas preparadas para alojar a las más de sesenta personas que participamos en esta emocionante expedición. Desde allí, cada día los pilotos se preparaban para sobrevolar la ventosa zona en la que nos encontrábamos. Era el momento de realizar los ajustes necesarios para el gran vuelo del Kilimanjaro, días después.

Tanzania en globo

De madrugada, y tras un café americano y unas galletas, nuestro convoy de ocho coches 4x4 se dirigió a las faldas del Ol Doinyo Lengai para preparar el vuelo del día, que se complicó conforme avanzaban las horas debido al fuerte viento. En el trayecto podíamos ver cómo las cebras despertaban de su letargo y un masái caminaba cubierto por su manto de color rojo intenso por el margen del camino.

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Con la montaña sagrada como telón de fondo y una luz violácea sobre sus faldas, los pilotos procedieron a preparar los globos. Complicado. El viento era demasiado fuerte. Tan solo un pequeño globo pudo volar ese día. Con los ánimos un poco bajos regresamos al campamento.

Sorprende en este inhóspito enclave el río Ngaresero que desemboca en el lago Natron. Siguiendo su cauce, durante un paseo de una hora, encontramos unas cascadas naturales enclavadas entre una espesa vegetación tropical: un refrescante respiro para todos nosotros que pudimos bañarnos para olvidar y sentir la fuerza del agua de sus cascadas.

Masais

Llegó la noche y un manto de estrellas cubrió nuestro cielo. Descubrimos así nuevas constelaciones que se mostraban ante nuestros ojos  acostumbrados al hemisferio norte- y pudimos empezar a sentir que nos encontrábamos en un país salvaje y diferente.

Al día siguiente, emprendimos nuestro largo camino hasta la cara este del Kilimanjaro. Tras más de nueve horas de viaje, daba la impresión de que las ilusiones de los pilotos se habían mermado, pero el reto estaba ya muy cerca, y el Kilimanjaro nos esperaba.

Nuestro campamento se asentaba en el campo de fútbol de un colegio de una pequeña localidad llamada Useri y aquella noche, sin luz ni agua corriente, nos reunimos para cenar en un aula a la luz de los candiles. Las previsiones meteorológicas para el día siguiente no eran las adecuadas para sobrevolar el Kilimanjaro así que, una vez más, el tiempo no jugaba a nuestro favor. Aprovechamos para descansar y esperar previsiones.

Masais

Día nuevo e ilusiones reforzadas. La primera reunión de la mañana era alentadora. Al día siguiente se esperaban vientos favorables y condiciones adecuadas para cumplir el objetivo del viaje. Los nervios se palpaban en el ambiente y las conversaciones de los pilotos giraban en torno a los preparativos del gran día (30 de agosto). Jornada de preparación y elección del lugar de despegue. Todos a punto para descargar las cestas y velas de los camiones, preparar el oxígeno y el nitrógeno. Comenzaba el frenesí y la planificación. Poco a poco el campo de fútbol se fue llenando de niños curiosos que se preguntaban qué hacían los wazungu (extranjeros) con esas grandes cestas. Hubo tiempo también de jugar con los más pequeños, preparar un coro infantil al son de Que viva España y jugar a ser niño durante unas horas para aliviar tensiones.

Llegó la noche y se determinó que la hora de despegue rondaría las 6:00 h. Cena ajetreada, planos desplegados, reuniones internas, GPS, dibujos de flechas de vientos en la pizarra y muchos nervios. Últimas recomendaciones sobre el uso del oxígeno durante el vuelo del día siguiente, cuando los pilotos alcanzarían una altura complicada por encima de los 6.000 metros y los síntomas de hipoxia podrían empezar a notarse.

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Cielo  despejado en  la  madrugada tanzana  y  vientos  favorables. Dio comienzo el espectáculo. Los pilotos y el resto de equipo se afanaban en los preparativos. Velas desplegadas, ventiladores en marcha, quemadores a punto. Cinco minutos antes de la hora prevista despegó el primer globo rumbo Kilimanjaro seguido del resto de pilotos. Poco a poco, el campo de fútbol en el que nos encontrábamos se fue llenando de niños que, de camino a la escuela, se detenían para admirar el espectáculo de fuego y color que tenían ante sus ojos. Pero la sorpresa más grande se la llevaron cuando vieron al “hombre pájaro”. El piloto Sebastián Fernández se disponía a realizar su vuelo en paramotor.

Ataviado con un mono, un pasamontañas, un motor a la espalda y una gran vela, Sebastián empezó a correr sobre el terreno de juego y, pasado el medio campo, despegó para pasar rozando con sus piernas entre dos árboles. Aplausos y gritos de emoción salieron de las gargantas de los allí presentes quienes no habían imaginado ni siquiera en sus sueños que lo que estaban viendo era posible.

La radio nos daba información de cómo estaba yendo el vuelo de nuestros aventureros. Todos habían conseguido sobrevolar el cráter del Kibo, uno de los tres volcanes que conforman el Kilimanjaro y el punto más elevado de África, a 5.891,8 metros, y apreciar las escasas nieves perpetuas que hoy lo coronan. Por sus expresiones la aventura estaba siendo inolvidable. Obviamente, cualquier turista puede acceder al parque nacional del Kilimanjaro y ascender hasta la cumbre del Uhuru a través de varias rutas a pie, siendo la más corta la Vía Marangude (4-5 días). La mejor época para intentar la ascensión son los meses más secos: septiembre, octubre, enero y febrero; y es muy recomendable realizarla con un buen guía que sepa reconocer el mal de altura y cómo tratarlo. Durante la ascensión desde la jungla tropical que rodea el parque hasta alcanzar los glaciares de la cumbre, el viajero descubrirá la sorprendente naturaleza de este paraje y tendrá que soportar temperaturas de más de quince grados bajo cero. Una vez en Uhuru Peak, normalmente al amanecer, el espectáculo es extraordinario. La vasta tierra africana se descubre ante nuestros ojos y nos hace recordar que estamos en el punto más alto de África y el décimo del mundo.

Tanzania en globo

Nuestros pilotos aterrizaron en diversos puntos y los fuimos recogiendo uno a uno con los coches de rescate, salvo al globo Madrid-Asturias, que tuvo que descender en la ladera del Kilimanjaro por falta de gas; pasaron la noche al raso. Las caras de satisfacción eran el denominador común. Entre abrazos y enhorabuenas nos contaron  la experiencia y, poco a poco, empezaron a ser conscientes de que se encontraban entre los pocos pilotos del mundo que habían sobrevolado el Kilimanjaro en globo. En medio del campo de aterrizaje, decenas de personas y niños se acercaban a curiosear.

Llegó el momento de descansar y celebrar el logro. Nos desplazamos hasta la ciudad de Arusha, conside-rada capital turística por encontrarse cerca del Kilimanjaro y el parque nacional   del   Serengueti.  Desde aquí parten muchas expediciones y la mayoría de las empresas de safaris del país están en la ciudad. Pese a  no  tener  gran  interés  turístico, esta colorida y animada ciudad de 250.000 habitantes, posee un mercadillo de artesanía donde se pueden  encontrar  los productos  más tipicos de Tanzania.

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En Arusha descansamos y nos dimos una merecida ducha tras dos días sin agua corriente. Los pilotos se relajaron y bromeaban con la satisfacción de haber cumplido el objetivo de la expedición. Ahora quedaba tiempo para disfrutar; atrás  quedaron  los  nervios y  las preocupaciones.

Al día siguiente nos pusimos rumbo a nuestro campamento de Tarangire. Situado al sur del cráter de Ngorongoro y muy cerca del lago Manyara, este parque también es conocido como el “pequeño Serengueti”, un gran ausente en los circuitos turísticos pero que sin duda merece la pena visitar. Con aproximadamente 2.600 kilómetros cuadrados

de extensión, presume de poseer la comunidad más grande de elefantes del continente africano, además de leones, jirafas, búfalos, leopardos, guepardos, impalas, cebras y otras especies habituales. La abundancia de agua en Tarangire hace que la época seca atraiga muchos animales de zonas próximas, produciéndose una pequeña migración (entre agosto y septiembre).

Tanzania en globo

Nuestras tiendas de campaña volvieron a levantarse en círculo y, esa misma noche, por fin pudimos reencontrarnos con los pilotos del globo Madrid- Asturias, que habían tenido que ser rescatados de la ladera del Kilimanjaro. Cuando la luna llena brillaba más fuerte pudimos acceder al parque nacional del Tarangire y realizar los preparativos del día siguiente para sobrevolar la zona. El permiso especial que teníamos nos permitía adentrarnos con nuestros coches 4x4 en el parque y descubrir la frenética vida de sus animales durante la noche. Mientras recorríamos las pistas de tierra y tratábamos de ver algo en la oscuridad, una leona nos sorprendió tumbada en medio del camino. Tranquilamente, nuestro chófer apagó el motor y esperamos callados a que ella nos mirara fijamente. Se levantó y comenzó a caminar con una mirada de indiferencia hacia la penumbra de la sabana.

Amanecía en Tarangire y el cielo no nos permitió ver uno de los momentos mágicos de Tanzania, el sol despertando. Pero nuestro globo, seguido de otros ocho, se elevó lentamente y tomamos rumbo norte sobrevolando los maravillosos baobabs. Desde las alturas vimos cómo la sabana se extendía bajo nuestros pies y tomamos consciencia de dónde nos encontrábamos. Un espectáculo extraordinario sucedía, al tiempo que los primeros rayos de sol tocaban tierra. Leones, guepardos, elefantes, jirafas, búfalos, cebras y pájaros; todos ellos despertaban y se disponían a comenzar un nuevo día sin ser conscientes de que les estábamos observando desde las alturas.

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Pese a las firmes indicaciones de que no abandonásemos nuestras cestas una vez en tierra, nuestra emoción nos impidió cumplir órdenes y bajamos a inspeccionar el terreno. Ningún peligro a la vista. Recogimos el globo y aprovechamos el momento para sentir la libertad de los animales a nuestro alrededor y hacer un safari a pie para tomar fotos.

El viaje tocaba su fin. Atrás dejábamos once días de emociones y experiencias. De amaneceres y noches estrelladas. De majestuosa naturaleza y gente sorprendente. Así es Tanzania. Y, pese a que míticas películas y fantásticos libros han reflejado cómo es este continente, África solo puede entenderse visitándola y viviéndola.

 

Cómo llegar

Yarae Safari es una empresa española consolidada en la organización de safaris y safaris fotográficos en el continente africano. Ofrece todo tipo de servicios que van desde safaris y alojamientos en cómodos campamentos, hasta lujosos hoteles y lodges exclusivos  tales como Ngorongoro Crater Lodge, Tarangire Treetops Lodge y Grumeti River Camp (Se- rengueti). Yarae Safari ha sido la empresa encargada de organizar la lo- gística del Kilimanjaro Ultramagic Experience.

Para más información: www.yarae-safari.com

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